Cada vez más empresas están considerando la integridad corporativa como un importante activo. El Reporte de Integridad Global 2022 confeccionado por EY señala que un 97% de sus encuestados –altos ejecutivos y empleados de todo el mundo– consideran que la integridad es fundamental para sus negocios. No obstante, la misma encuesta reveló que el 55% de ellos considera que los estándares de integridad están estancados. O bien, que están disminuyendo.
La pandemia ha contribuido a debilitar dichos estándares de integridad. Muchas empresas están invirtiendo en capacitación en integridad corporativa y han publicado declaraciones de valores organizacionales o códigos de conducta. Sin embargo, el reporte también señala que los líderes organizacionales parecen haberse vuelto más tolerantes con el comportamiento poco ético, particularmente entre ellos mismos.
Por otra parte, el porcentaje de encuestados que estarían dispuestos a ignorar la conducta poco ética de los proveedores, distribuidores u otros terceros aumentó del 6% al 17%; el 15% admite que falsificaría registros financieros, frente al 3% de hace dos años. Y por último, hasta un 18% de los encuestados dijo que engañaría a partes externas, como auditores o reguladores, frente al 3% que declaró lo mismo en 2020.
Pero crear una cultura de integridad corporativa no es una solución rápida. Aunque las organizaciones están invirtiendo más en programas de capacitación, aquello no es suficiente. Mientras que el 60% de los miembros de la junta dicen que su organización ha comunicado la importancia de comportarse con integridad con frecuencia en los últimos 18 meses, sólo el 30% de los empleados recuerda el contenido de dichas charlas y comunicados.
“La tecnología es fundamental para que la agenda de integridad corporativa avance”, dice Corey Dunbar, Director, Servicios Forenses y de Integridad de EY. “Con ella, habrá menos lugares para esconder las malas prácticas a medida que los datos aumenten la transparencia de todas las interacciones y transacciones de una empresa”.
Al utilizar mecanismos basados en tecnología y centrados en datos, las empresas podrán medir eficientemente su cultura de integridad y crear los controles, procesos y conocimientos correctos para crear valor a largo plazo en sus organizaciones. En este punto la transparencia y trazabilidad de la información se vuelve fundamental. Respecto a las gestiones de compras empresariales, los fraudes como el dark purchasing pueden ser limitados con herramientas tecnológicas de e-procurement.
Las empresas deben invertir en tecnología que asegure un monitoreo efectivo de sus operaciones, de modo que los riesgos por falta de integridad disminuyan. Cabe destacar que estas irregularidades no sólo atentan contra principios éticos, sino que además son altamente costosos para las organizaciones a largo plazo.
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